centro de bogotá
Día 1
El primer día nos levantamos llenos de energía y listos para caminar (nadie sabe lo que cuesta despertar a Alice💤… menos cuando estamos de viaje. Fuera de casa despertarse a las 8 es tarde🏃🏻♀️), eso sí te digo no hay nada como conocer un sitio con un local, y esta vez la local soy yo (Alice es rola, es decir bogotana). Así que tengo entre historias, recuerdos y secretos de cada rincón que hará de este relato un lugar que te va a encantar conocer y que cuando estés allí digas ¡A esto fue lo que decían en ese post de viaje que leí!.
Plaza de Bolívar
Muy temprano nos dirigimos a la Plaza de Bolívar, en el corazón de la ciudad, ese día estaba llena de colores gracias a los miles de bogotanos que, la noche anterior, se habían acercado a encender sus velitas. Antonio, sin comprender aún el valor simbólico, se preguntaba por qué todo estaba sucio con cera, con los años ha entendido que es un día importante, porque es el inicio de las fiestas decembrinas.
Rompiendo una lanza en mi favor… cuando fuimos a Bogotá llevábamos saliendo apenas unos meses y nunca había celebrado una navidad en Colombia🎄 para saber lo guay que es el día de velitas 🕯️y oye tampoco me quejé tanto 😅.
Nos encontrábamos en la plaza, cargada de historia, viendo volar las palomas de un lado a otro entre los emblemáticos edificios. Turistas y locales compran maíz para lanzarlo al cielo y atraer a las palomas, que se posan sobre hombros y cabezas durante un par de minutos, permitiendo llevarte esa primera foto junto a la estatua de Bolívar, rodeado de palomas.
Tomate un momento para apreciar la foto de mi momento princesa Disney rodeado de pajaritos 🕊️
Casa del Florero
Al terminar de alimentar a las palomas, nos dirigimos al Museo de la Independencia – Casa del Florero. Una casita esquinera pintada de blanco y verde de estilo colonial que conserva la arquitectura de la época y que guarda dentro los hitos históricos de la independencia de Colombia.
Se trata un museo interactivo, donde pudimos descubrir un poco más de historia y entender por qué convivimos diferentes razas. En el recorrido tardamos aproximadamente una hora.
El Florero de Llorente es uno de los símbolos más famosos de la independencia de Colombia. El 20 de julio de 1810, en Santa Fe (hoy Bogotá), un grupo de criollos fue a pedir prestado un florero al comerciante español José González Llorente para decorar una comida en honor a un enviado del virreinato. Llorente se negó y respondió de forma grosera. Esa pequeña disputa fue la chispa para que los criollos provocaran una revuelta en la Plaza Mayor, que terminó convirtiéndose en el Grito de Independencia.
Si te ha interesado este dato curioso aquí tienes otros más sobre Colombia.
Arquitectura colonial
Al salir del museo, caminamos hasta el Palacio de Justicia, Congreso, Senado y la casa presidencial la Casa de Nariño, nos tomamos un par de fotos y recordamos la historia Colombia. Desde allí nos perdimos entre las calles de estilo colonial y casas de la época que a día de hoy se intentan conservar.
7ma de Bogotá
Bajamos por la emblemática 7ma de Bogotá, una calle larga e importante por todos los hechos históricos que han pasado en ella y en la que encontramos otros edificios institucionales importantes (Alice ama a esa calle casi más que a mi 😂 así que tomaros un tiempo para apreciarla). Llegamos hasta el edificio El Tiempo, sede del periódico El tiempo, fácil de reconocer porque tiene un gran reloj digital (genios del marketing 😌). Justo enfrente esta ubicada la Iglesia de San Francisco, donde se encuentra una figura de un Cristo que esconde la leyenda de que le crece el pelo como un milagro (nosotros no le vimos crecer el pelo pero ¡contadnos cuando lo veaís!).
💡 TonyFact: Cristo de San Francisco
En la iglesia de San Francisco ⛪, en el corazón del centro histórico de Bogotá, hay un Cristo ✝️ que ha llamado la atención de fieles y curiosos durante generaciones. Lo peculiar es que, según cuentan, su cabello parece crecer con el tiempo 💇♂️, un fenómeno que muchos consideran milagroso y que le añade un aura de misterio a la iglesia.
Se dice que algunos feligreses dejan pequeños mechones de cabello junto al Cristo como muestra de devoción o para “pedir” algún milagro✨.
Más allá de lo que ocurra realmente, contemplar al Cristo es una experiencia que mezcla historia, arte y devoción, y nos recuerda cómo las tradiciones y las creencias populares dan vida a los templos de Bogotá.
En la iglesia de San Francisco ⛪, en el corazón del centro histórico de Bogotá, hay un Cristo ✝️ que ha llamado la atención de fieles y curiosos durante generaciones.
Lo peculiar es que, según cuentan, su cabello parece crecer con el tiempo 💇♂️, un fenómeno que muchos consideran milagroso y que le añade un aura de misterio a la iglesia.
Se dice que algunos feligreses dejan pequeños mechones de cabello junto al Cristo como muestra de devoción o para “pedir” algún milagro✨.
Más allá de lo que ocurra realmente, contemplar al Cristo es una experiencia que mezcla historia, arte y devoción, y nos recuerda cómo las tradiciones y las creencias populares dan vida a los templos de Bogotá.
Museo del oro
Muy cerca de allí visitamos el Museo del Oro, uno de los más impresionantes de Bogotá. Tuvimos la suerte de unirnos a un tour guiado, y la verdad es que valió muchísimo la pena. El guía nos llevó directo a las piezas más importantes y con sus explicaciones todo resultó mucho más fácil de entender y disfrutar. Al salir del museo nos animamos a probar algo muy típico del departamento de Santander, unas famosas hormigas culonas 🐜, fritas y crujientes, lo malo es que las perdimos antes de poder comerlas (muy triste 😶 y como veis aquí contamos lo bueno y lo malo).
Plazoleta del Rosario
Al salir del museo, nos dirigimos a la Plazoleta del Rosario, un lugar lleno de vida donde se aprecia la presencia de los comerciantes de esmeraldas mostrando sus joyas al sol. Allí nos sentamos a disfrutar de un par de zumos frescos y un tinto en el emblemático Café Pasaje, famoso por aparecer en varias películas colombianas y por estar justo al lado de la Universidad del Rosario, fundada en 1635, siendo una de las más antiguas del país.
(A Alice le gusta presumir de que de su universidad es de la que han salido muchos de los presidentes del país 💪)
La Candelaria
Después de descansar un poco, nos fuimos hacía La Candelaria, barrio conocido por la arquitectura colonial, sus calles empedradas y un ambiente cultural, donde pudimos ver desde turistas y locales. Es un sitio ideal para tomarse desde un tinto (café para los que nos leen desde España 😅), un coctel o la típica chicha, nosotros que ya habíamos hecho eso antes, pues solamente caminamos por sus calles pintadas y nos sumergimos por un ambiente más hippie.
Monserrate
Nuestro recorrido continuó hasta la taquilla de Monserrate, donde compramos los boletos para subir en teleférico. Durante el trayecto disfrutamos de unas vistas espectaculares de Bogotá extendiéndose bajo nuestros pies. Entre risas, jugamos a adivinar los lugares que ya habíamos visitado, como la Plaza de Bolívar, mientras la ciudad se hacía cada vez más pequeña hasta que finalmente llegamos a la cima.
Una vez en la cima, la vista nos dejó sin palabras con una panorámica de 360 grados, que hace que Bogotá parezca no tener fin (se ve realmente espectacular 💫). Entramos en la catedral y seguimos el recorrido de las estaciones, tal como se hace en Semana Santa, antes de cerrar la visita con un tradicional canelazo caliente para combatir el frío de la montaña. Monserrate esconde una leyenda muy típica en la que se dice: que si una pareja sube y baja sin discutir, esa relación durará para toda la vida. Pues nosotros no discutimos y aquí seguimos, prueba superada (eso es 💪).
💡 TonyFact: Monserrate en pareja
Subir a Monserrate en pareja 💑 es todo un ritual para los enamorados en Bogotá. La leyenda dice que aquellos que logran subir la montaña sin discutir ni pelear tendrán un amor duradero ❤️.
Algunas parejas (las que pasan la prueba) dejan candados o pequeños objetos simbólicos en ciertos rincones del camino como señal de su compromiso, una costumbre que recuerda a otras tradiciones románticas del mundo.
El camino puede ser en teleférico, funicular o a pie, pero lo importante es compartir la experiencia, disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad y dejar que la energía del lugar fortalezca la relación 🔒.
Monserrate no solo ofrece un mirador espectacular, sino también historias y tradiciones que hacen que cada paso tenga un significado especial🤞🏻.
Subir a Monserrate en pareja 💑 es todo un ritual para los enamorados en Bogotá. La leyenda dice que aquellos que logran subir la montaña sin discutir ni pelear tendrán un amor duradero ❤️.
Algunas parejas (las que pasan la prueba) dejan candados o pequeños objetos simbólicos en ciertos rincones del camino como señal de su compromiso, una costumbre que recuerda a otras tradiciones románticas del mundo.
El camino puede ser en teleférico, funicular o a pie, pero lo importante es compartir la experiencia, disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad y dejar que la energía del lugar fortalezca la relación 🔒.
Monserrate no solo ofrece un mirador espectacular, sino también historias y tradiciones que hacen que cada paso tenga un significado especial 🤞🏻.
Museo Nacional
Bajamos nuevamente en el teleférico y, ya de regreso en la ciudad, caminamos hasta las Aguas. Desde allí seguimos por la Avenida Ciudad de Lima (que yo siempre la he llamado Avenida 19… todavía me pregunto si la nombro mal o si antiguamente realmente se le decía así ) (Ufff lo de que en Colombia llamen a las calles por números es mortal para el turista☠️). Mientras avanzábamos, nos sorprendió la imponente altura y el diseño del edificio Bacatá, que en aquel entonces seguía en construcción. Imagino que hoy ya debe estar terminado, con su centro comercial y la posibilidad de subir a disfrutar de las vistas.
Continuamos el recorrido hasta dar con la famosa Séptima de Bogotá (otra vez, sí, Bogotá es una gran calle larga 😂. Realmente es muy extensa pero a casi todo lo turístico se llega por la 7ma). La recorrimos con calma rumbo al Museo Nacional, pasando antes frente a la Torre Colpatria y el Parque Nacional. Pero no se preocupen, que de esos dos lugares ya les contaremos más adelante con detalle.
El Museo Nacional fue una de esas paradas que realmente nos gustó. Nada más entrar, sentimos el peso de la historia en sus muros, es el primer museo que se fundó tras constituirse la República de Colombia y conserva más de 2.500 objetos y obras que van hilando la memoria del país. Entre las piezas más curiosas encontramos un meteorito y, lo que más nos impactó, fue visitar algunas de las antiguas celdas de la cárcel que funcionaba allí en el pasado.
Decidimos unirnos a un tour guiado, y fue todo un acierto porque cada explicación nos hacía ver con otros ojos lo que teníamos delante (si tenéis la oportunidad ¡no os lo perdáis! ✌️). Además, no nos resistimos a preguntarle a los cuidadores sobre las historias de miedo que circulan por el museo… y vaya que sí tienen anécdotas para poner la piel de gallina. Al final pasamos casi 2 horas recorriéndolo, y la verdad es que salimos con esa mezcla de fascinación e intriga que solo dejan los lugares con tanta historia.
Parque Nacional
Cuando salimos del museo ya había oscurecido, y es que en Bogotá la noche llega rápido: entre las 17:30 y las 18h ya está todo oscuro. Para nosotros fue rarísimo, porque veníamos con la costumbre de España, donde en verano el sol se esconde pasadas las 22h (Alice sigue disfrutando demasiado cuando en verano en Madrid anochece tan tarde😅). Como era diciembre, además, tuvimos la suerte de coincidir con el encendido navideño en el Parque Nacional.
De repente, la ciudad se transformó, llena de luces de colores por todas partes, familias enteras paseando, música sonando en cada esquina y puestos ambulantes que vendían arepas recién hechas difíciles de resistir.
Nos encantó sentir esa energía tan alegre. Eso sí, como buenos viajeros precavidos, nunca está de más recordar que hay que cuidar las pertenencias porque con tanta gente y bullicio es fácil despistarse (y siempre hay amigos de lo ajeno🥷). Aun así, lo mejor fue caminar sin prisa, disfrutar del ambiente y dejarnos sorprender por todo lo que se puede encontrar en un simple paseo.
Cerramos el día contemplando la Torre Colpatria, que brillaba iluminada con los colores de la bandera de Colombia. Desde allí emprendimos el camino de regreso a casa, con calma, por el trafico que siempre hay en Bogotá (SIEMPRE ☠️). Al llegar a casa, cenamos en familia y nos acostamos pronto, porque al día siguiente nos esperaba un nuevo destino.